12 de noviembre de 2010

Sofía.

Ya que es época de zombies (y que no tengo ideas para publicar sobre algo decente), recordé un pseudorelato que escribí hace un año para el blog de Blaine.


Verán, Blaine escribió Las Crónicas del Día Z, eran relatos sobre una invasión zombie (¡Qué novedad!) y en algún momento de obsesión decidí escribir un capítulo extra para Blaine.


Éstas son las partes de su relato, están al final de cada entrada.
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6 ... ésta no la pongo porque es la que está abajo.
Parte 7


Espero haber puesto bien los links, en fin, el punto era que como no tengo nada mejor que publicar, voy a poner la parte que yo escribí para Blaine, sólo para entretener.


"Las crónicas del día "Z""
SOFÍA



Yo no conocí el mundo normal.

Bueno, lo que mis padres llamaban normal, pues para mí, esto siempre fue normal, vivir escondiéndome de los no muertos, estar encerrada en un cuarto las 24 horas, comer cada 3° día, esto es normal para mí, pues no conozco otro modo de vida.

Nací 3 años después de que comenzara la infección. Vivíamos en una pequeña pero resistente casa en el centro de Zacatecas.

Mi hermano mayor sí llegó a conocer el mundo “tranquilo”, como las cosas eran antes, pero era demasiado pequeño como para recordar.

No conozco la televisión, ni las computadoras, centros comerciales, fiestas, no conozco otros animales fuera de ratas, perros o gatos, no sé cómo es un león, aunque mi padre siempre me dijo que mi cabello era como el de ellos: ondulado y esponjado.

No tengo amigos, pues, jamás socialicé con nadie más que no fueran mis padres o mi hermano, sólo conozco mi instinto primordial de supervivencia.

Antes de todo esto, mi madre era abogada y mi padre médico, se amaban demasiado, mi hermano, Santiago, el siempre fue un gran protector y guardián de la familia, siempre siendo tan simpático, irónico, exterminando sin piedad a los no muertos.

Su mejor jugada fue hace unos 6 meses, estábamos hambrientos, lo más fácil de conseguir para comer eran hojas de los árboles o ratas. Teníamos árboles en nuestro jardín, todo por sobrevivir, el problema: el jardín estaba lleno de no muertos, podíamos escucharlos gemir, rascar las paredes y chocar sus putrefactos cuerpos entre sí. Por lo general yo casi no dormía pues me atemorizaba cada noche el hecho de estar rodeada de esas criaturas, y podrían entrar en cualquier momento, pero para Santiago eso no significaba nada, él no le tenía respeto a esas cosas, para el eran tan patéticas, insignificantes, por eso ese día decidió salir…sólo queríamos hojas de árboles.

Tomó un viejo machete y un enorme cuchillo de cocina, y echando un macabro vistazo hacia nosotros, con una tierna sonrisa dijo –“Ahora vuelvo”. Y salió.

Como cada vez que Santiago salía, yo no pude quedarme tranquila, escuchando matar a esos engendros, gritando, burlándose de ellos.

Santiago gritó.

Pero no fue un grito usual, lleno de su burla sarcástica, fue un grito de dolor, de desesperación, de auxilio. Sin pensarlo, abrí la puerta y me animé a salir para llegar hacia mi hermano, para ayudarlo. Los no muertos comenzaban a verme, estaban a unos pocos metros de mí, no me importaba, yo solo quería ir con mi hermano.

Pero sentí una mano que jaló mi brazo, yo no había logrado avanzar ni 3 metros, era mi madre que me miraba con terror y tristeza a la vez, ella repetía –“No Sofía, no vayas, no vayas, quédate, ya no podemos hacer nada”.

Mire hacia mi derecha, vi a los no muertos alrededor de Santiago, atacándolo, poco a poco se formaba un charco de sangre debajo de él. Estaba tan hipnotizada por la imagen que acababa de ver, que no noté algo peor.

Había llegado un no muerto por detrás de mi madre, su cara desfigurada, sus músculos descubiertos, sus piernas mostrando parte de sus huesos, y de inmediato mordió su cuello, la piel blanca de mi madre comenzó a pintarse de rojo, solo pude ver su mirada atemorizada, suplicando vida, y escuché su grito sofocado antes de que mi padre me metiera a la casa, no sin antes darle un balazo en la frente a mi madre.

Caí de rodillas y comencé a llorar, mi padre entró y se aseguro de haber cerrado con llave la puerta de metal. Mientras me abrazaba decía –“Calma ya, teníamos que evitar su sufrimiento, calma… y así pasaron las horas hasta que él se quedó dormido”.

Yo no pude dormir, por la tristeza, y por escucharlos afuera de nuevo, gimiendo y rascando, solo que ahora era diferente, entre ellos estaba Santiago.

-“¿Están felices bastardos? Se llevaron lo que más me importaba, ¿Están felices?” Susurré con furia mientras lloraba, lloré y lloré hasta que alrededor de las 7:00 am logre conciliar el sueño.

Pasaron 6 meses, solo estábamos mi padre y yo, nos volvíamos más cercanos cada vez, probablemente porque no había nadie más, platicábamos mucho y recordábamos juntos a mi madre y a mi hermano, intercambiando miradas desoladas para después cambiar drásticamente de tema pretendiendo que nada de eso nos afectaba. Como una niña pequeña, alguna vez le pregunté.

-“Sinceramente, ¿Algún día crees que todo esto acabe? ¿Crees que vamos a sobrevivir? Han pasado 20 años, algún día tendremos que enfrentar la realidad”.

Mi padre no supo responder, s
ólo comenzó a hablar de otra cosa.

Un buen día decidimos salir, ya casi no había zombies por aquí, quedaban unos pocos, se iban poco a poco pues mi padre y yo hacíamos el mínimo de ruido posible y nos manteníamos encerrados en el cuarto más lejano a la puerta, podíamos matar a los no muertos que quedaban con facilidad si éramos rápidos y agiles. Queríamos escapar, buscar sobrevivientes.

Cuando abrimos la puerta, inmediatamente los no muertos notaron nuestra presencia, mi padre tomó un cuchillo y yo un machete y tratamos de correr mientras nos perseguían, algunos torpemente arrastrándose y otros caminando con rapidez, mi padre y yo golpeábamos a quienes se nos acercaban, la adrenalina nos hacía atravesar sus sangrientas cabezas con más facilidad, de repente, y de la nada, mi padre se quedó atrás.

-“Ayúdame”. Susurró, un no muerto estaba encima de él, aún no lo mordía, corrí con todas mis fuerzas y pateé la cabeza de ese ser demoniaco quien sólo se entorpeció, pero le dio suficiente tiempo a mi padre para levantarse y correr.

-“Regresemos a casa”. Me dijo. Corrimos de regreso, pisando cadáveres y matando más zombies, estábamos a 5 metros de la puerta, y mordieron a mi padre.

Grité, grité desesperadamente, yo tenía demasiada rabia, rencor y tristeza hacia esos estúpidos seres que habían arruinado mi existencia, ¿No les bastaba con llevarse a mi hermano y a mi madre? Mientras gritaba, comencé a matar, o al menos dejar lisiados a algunos de esos seres, mientras mi padre entraba a la casa de nuevo.

Cuando yo también entraba me tropecé y me lastime el tobillo, me dolió demasiado, pero ya nada importaba, mi padre me esperaba tirado en el piso con mirada de desesperanza y derrota.

-“Sabes lo que tengo que hacer ahora”. Me dijo, yo trataba de no llorar, pero en cuanto corrí a abrazarlo, no pude más. -“Tienes que ser fuerte, tienes que luchar Sofía, por favor, lucha”.

Él tenía 2 pistolas, me dio una y me dejó cartuchos.

-“Te amo Sofía, no lo olvides jamás”. Me dijo mientras me abrazaba por última vez. Luego, salió de la casa, pasó medio minuto y escuché un único disparo. Supe que se había ido para siempre, y toda mi familia también, yo no sabía cómo continuar, cómo luchar.


Una semana después, decidí salir, simplemente salir, intentar escapar, llegar a un destino inesperado, encontrar a alguien, ver hasta dónde podía llegar sin morir, de todas formas, algún día tendría que morir.

Quedaban menos no muertos cada vez, yo miraba por la ventana, y fue ahí cuando sucedió, escuche el motor de un auto. Salí de casa cojeando aún por mi tobillo lastimado, quedaban unos 3 no muertos, solo les rompí la espalda, no podía hacer mucho.

Entonces vi ese camión, era un camión de ADO pero tenía pintadas con aerosol las siglas EFEM, se asomó un chico de unos 24 años, piel blanca y cabello café, y disparó en mi dirección.

Apenas pude esquivar esa bala, escuche que ese chico hablaba con alguien más, y el camión se detuvo…


3 comentarios:

dharr dijo...

Lo único que puedo decir es que te gustan mucho los zombies. Además tu historia esta muy buena.

Diseñofílica dijo...

¡Me encantan los Zombies! Además, tu historia realmente me ha gustado. Creo que bien podría llegar a ser un relato mucho más largo...

Anónimo dijo...

Ahhh ese nombre... :) Nice story Mystique God Bless