28 de noviembre de 2010

Más asesinatos.

Asesinato #2
La cajera de un Oxxo.
Siendo un poco más fría, y matarla por matarla, porque no tengo nada mejor que hacer.
Es en la madrugada, y ella tiene el turno de noche, es una mujer pequeña, delgadísima, pálida e indefensa; la piel se le pega a los huesos, luce cansada. 
Como es de noche, únicamente tiene la ventanilla abierta y así atenderá a todos sus clientes madrugadores. Menos a mí.


Pongo cara de mujer inocente, le imploro que me deje entrar, que es necesario, que debo usar el baño, sí, el baño. 
La mujer duda un poco, pero después de convencerse de que no le haré nada, me deja entrar. Gran error.
Pretendo que uso el baño, salgo, comienzo a hablarle sobre el frío que hace, nos quedamos platicando, cuando menos se lo espera, azoto su cabeza contra la pared y queda inconsciente.


Mientras está inconsciente, le amarro las manos y los pies, le cubro la boca y nos encierro en una especie de bodeguilla. Espero a que despierte, tiene que estar conciente.


Después de 20 minutos ella despierta, desorientada y asustada; me mira, sé que me reconoce, trata de moverse, oh, sorpresa, no puede, está amarrada.
Me acerco, miro su cara y sus ojos llenos de terror, inundándose con lágrimas, intenta gritar pero tampoco puede, me imagino su frustración, no quisiera estar en su lugar.
 Tomo un cuchillo y acaricio su garganta con éste, ella trata de gritar, se desespera, pero no se puede mover, no puede pedir ayuda, sólo puede ver y sobre todo, sentir cómo lentamente la mato.


Comienzo rebanando un poco de piel de su brazo, y continúo, haciendo heridas más largas y profundas, heridas que suben hacia sus hombros mientras su piel blanca y brillante, su piel en la que se transparentan las venas, su piel delgada, se llena de sangre, de sangre roja, tan viva, tan intensa que logra opacar la luz de su piel, y poco a poco se tiñe.
Hago lo mismo con el otro brazo, consiguiendo ese efecto tan extasiante al ver su sangre brotar, al mirar sus ojos lagrimeantes llenos de terror y angustia.


Después comienzo a hacer cortes pequeños y superficiales en su abdomen, ella me sigue mirando con terror; me acerco y le doy mi mirada más malévola, mi expresión más enferma. Tomo de nuevo mi cuchillo y hago heridas más profundas en su abdomen, haciéndola dar gritos ahogados, retorciéndose, tratando de escapar, tratando de hacer lo imposible. 
Veo que en la bodega hay limones. ¿Por qué habrían limones? No lo sé, pero serán útiles. Parto uno de ellos a la mitad y lo exprimo sobre sus heridas, lo unto en su piel roja, hago presión para que sienta más el dolor.
Ella se ahoga en sus gritos, llora, solloza, su mirada cada vez más llena de terror, su mirada de perro triste, comienza a hartarme, comienza a hacerme querer matarla más rápido, pero no, no sufriría suficiente.


Quiero que quite esa mirada de su cara. Parto otro limón y cada mitad la exprimo en sus ojos; bien, parece que le ha dolido, se retuerce más, grita más,  y sus ojos ya no se abren, ahora sólo los aprieta con fuerza.
Pongo el cuchillo en su garganta de nuevo, lo paso por encima lentamente y sin fuerza, para después volver a hacerlo, lentamente de nuevo, pero con mucha, mucha fuerza, suficiente como para que ahora pueda ver sus músculos y pueda ver la intensidad con la que sale su sangre.


Finalmente decido que es hora de usar el cuchillo verticalmente, y la apuñalo, lo hago con fuerza y con rabia, una rabia innecesaria pero que sin embargo se encontraba en mí, convirtiéndose en furia, tomo una botella de cerveza, la rompo y sigo apuñalando más rápido y con más fuerza, ahora utilizando esos pedazos de botella, hasta que su sangre salpica en mi cara. 
Me tranquilizo lentamente y corro por el bote de gasolina, lo vierto sobre su hermoso y rojo cadáver, sobre el inundado piso. Quién diría que tanta sangre saldría de una persona tan diminuta. Sigo vertiendo la gasolina por todo el local, y finalmente, lanzo un cerillo mientras me alejo.


Se creará un gran incendio, uno que despertará a los vecinos, pero sé que nadie encontrará mi culpabilidad, la policía no investigará el incidente, la policía estará demasiado ocupada comprando donas.



26 de noviembre de 2010

Sobre carreras y zombies.

Hace un par de semanas, subía las escaleras de mi reclusorio escuela junto a Pann y mi amiga a quien desde ahora llamaremos Espíritu.


-"Creo que sí me voy a ir a área 4". Dijo Espíritu, de la nada.
Estamos en la época donde se acerca la fecha en la que tenemos que escoger un "área" por eso de la universidad y esas cosas, entonces la mayoría de la gente está dudando sobre a lo que se quiere dedicar por el resto de su vida.
-"No, vete a área 2. ¡La química es hermosa!" Replicó Pann para continuar con nuestra grandiosa plática preparatoriana sobre áreas y carreras.
Yo también pensaba irme a área 2, pero como buena mujer indecisa, ya no tengo idea de lo que voy a estudiar.
Carajo, hace algunos meses estaba totalmente segura de que quería estudiar medicina.
-"Yo ya no sé a qué me voy a dedicar" Dije, mirando hacia el piso; guardé silencio unos segundos y continué "No, esperen, tengo la mejor carrera de todas: Voy a ser asesina de zombies". Dije mientras mataba con mi metralleta invisible a la bola de niños abercrombie que subían por las escaleras junto a nosotros.
"Tienes problemas" Dijo Pann, después de mirarme unos segundos.
"Me lo han dicho" Dije sonriendo.


Y definitivamente sería una de las carreras más divertidas. ¿Quién no quisiera dedicarse a matar zombies?
Pero como aún falta mucho para que los zombies nos invadan (porque eventualmente lo harán, claro) decidí algo mejor: Voy a ser asesina, asesina a sueldo.
Me pagan por matar gente, genial ¿no?. Sólo requiero de un poco de creatividad y discreción, y así conseguiré el mejor trabajo de todos. Ya puedo imaginar mis asesinatos.


Asesinato #1
Bien, soy principiante, nunca antes he matado a nadie, necesito algo simple y fácil, que no llame mucho la atención, pues no tengo mucha experiencia y no quiero terminar en la cárcel.
Uso guantes de látex, un gorro y ropa oscura. Llego a la casa de la víctima, la investigué, es un hombre que vive solo, trabaja en el aeropuerto por las mañanas, sufre de trastorno bipolar, trata su problema con cápsulas de litio, es obsesivo compulsivo, tiene un gato; por alguna razón alguien quiere que lo mate y me pagará por eso. Bien por mí.


5:30 am, se acaba de ir al trabajo, brinco la reja de su casa y saco la copia de la llave de la puerta principal que guarda bajo el tapete. Entro.
Siempre tiene un empaque de cápsulas de litio en su mesa de noche, por alguna razón separa sus medicamentos en varios botes y los toma según la hora del día que sea; ese es su bote para la noche.
Saco todas sus cápsulas de ese bote y las pongo en una bolsa de plástico, guardo la bolsa. En seguida meto otras pastillas en su bote, el número exacto de pastillas que tenía antes, pero esta vez son pastillas de cianuro.


Tan sólo 50g de cianuro serán suficientes. Ese hombre se tomará sus pastillas por la noche, y en los siguientes 50 minutos comenzará a tener dolor de cabeza, náuseas, mareos, debilidad, para finalmente sentir como sus células empiezan a morir, se le dificultará cada vez más respirar, se sentirá pesado, se pondrá azul poco a poco hasta que finalmente muera lentamente de un paro respiratorio.


Pagaría por quedarme a ver cómo muere, cómo deja de respirar, cómo se desespera, o simplemente podría hacerlo, escondiéndome en su casa, en algún lugar estratégico.


Vuelvo al día siguiente para cerciorarme de que esté muerto, meto el cuerpo en una bolsa de la basura y días después lo entierro en Tijuana.




Volveré con más asesinatos.

21 de noviembre de 2010

No tiene nada que ver con mi falta de creatividad para un título.

Con lo amargosa que soy no me está agradando mucho escuchar de nuevo por todos lados canciones cascabeleras y voces "angelicales" navideñas. 


Ver árboles de navidad por todos lados, ofertas, y lugares que aseguran mostrarte "la magia de la Navidad", supermercados que comienzan con sus ofertas de juguetes y niños en pancartas gigantes promocionandolos, adornos y gorros de Santa Claus en los locales, festivales en la tele con artistas piteros invitados, verlos sonreír falsamente mientras hacen playback, ver que de repente todo tiene un copo de nieve dibujado en donde sea, y todo es rojo, blanco y verde; gente, mucha mucha gente en los centros comerciales, la gente gorda que no te deja caminar, y los niños gritando por todos lados.


Épocas que pretenden ser de lo más felices y mágicas; pero mágicamente a todos nos llega la melancolía y las ganas de volver atrás, a "tiempos mejores" que en realidad tal vez sólo idealizamos para creer que nuestro pasado fue bonito alguna vez y que no siempre fuimos tan miserables.
Curiosamente sólo en éstas épocas nos acordamos de nuestros seres queridos que hace tanto que no vemos y pretendemos valorar lo que tenemos y no sé cuántas patrañas que se nos olvidan a los dos días.
Curiosamente somos hipócritas.


Y es aquí cuando nos damos cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, cuando en Marzo decíamos "llevamos 3 meses del año" y ahora decimos "falta un mes para que se acabe el año". Eso me asusta, lo rápido que pasa el tiempo y lo rápido que cambian las cosas, porque naturalmente siempre le tendremos miedo al cambio, ya sea bueno o malo, siempre desconfiamos de lo que vendrá. Niéguenlo.


Comenzamos a pensar lo diferentes que eran las cosas hace un año, hace un cortísimo año, la manera en que cambiamos nosotros, los demás y las cosas; la manera en que volteas y todo ha cambiado tan rápido, y sólo quedas aturdido.


No soy fan de estas épocas, estas engentadas, consumistas, y brillantosas épocas, estas épocas donde ya no hay cadáveres para diseccionar, épocas de pavos cocinados y pinos con luces.


Mi consuelo es que va a hacer mucho, mucho frío. Oh sí.
Caray, pero qué quejumbrosa soy, juro que no soy TAN amargada.

18 de noviembre de 2010

Dear Whoever:

Aprovechando que uso mi blog para desahogarme y escribir lo primero que venga a mi mente, aquí está todo lo que quisiera decir y nunca dije:


No-tan-querida gente: Por favor, dejen de ser tan ridículos y pretenciosos, porque todo eso que creen que son, ¡sorpresa! no lo son; así que dejen de hacerse idiotas y dejen de intentar llamar la atención todo el tiempo, dejen de creer que son el centro de la vida de los demás porque no-lo-son. Se preocupan demasiado por lo que piensen los otros cuando ellos están demasiado concentrados en sí mismos como para voltear a verlos.
Son realmente idiotas y huecos, cada vez menos civilizados, cada vez pretendiendo que lo son aún más.
Dejen de gritar y de ser tan...zombies, (perdón por la ofensa, queridos zombies) tan instintivos, tan vacíos, tan materialistas, tan estúpidos.


Querida Dama: No sé si has notado que la mirada de asco con la que te diriges a mi realmente no me causa ningún efecto, así que puedes dejar de comportarte falsamente conmigo, porque creo que estamos más lejos que cerca. Te quiero, pero a veces creo que comienzas a caerme no-tan-bien.


Queridas 4 odiosas personas y quien se quiera identificar: Esto va para todos, porque no quiero gastar espacio ni palabras en cada uno de ustedes.  Si la hipocresía tuviera 4 cabezas, definitivamente tendrían sus caras; sus redondas, asquerosas y gordas caras, merecen que los secuestre y los torture lentamente a cada uno de ustedes para después, matarlos de las maneras más divertidas que existen y venderlos en tacos o bañarlos en ácido.
Ok, tal vez eso último fue un poco enfermo, pero admitámoslo, suena divertido.


Querido Hombre de las Ovejas: Lamento haberte lastimado alguna vez, sé que lo sabes, y la gente se encarga de recordarmelo todo el tiempo (o tal vez sólo soy yo...meh). A pesar del tiempo, sí, me sigo sintiendo mal, pero lamento el hecho de que mis inseguridades no me hayan dejado ser realmente yo misma contigo, a pesar de que sabía que jamás me juzgarías, lamento haberte decepcionado si es que lo hice, lamento no haber podido prolongar mis sentimientos. Espero que algún día podamos ser amigos.


Querida RAE: ¿Cuál es la maldita necesidad de andar cambiando reglas? Estábamos bien como estábamos, el español es hermoso, pero ya no tanto cuando le quitas sus lindos acentos para diferenciar ciertas palabras.
Y si lo hacen "por los demás" pues que flojos y analfabetas los demás como para hacer que cambien reglas u_u


Queridos Lectores: Gracias por leer, ja.

15 de noviembre de 2010

Formaldehído.

De nuevo me encontraba tratando de ubicar el momento.
Algo que no me sirve de nada realmente, debería de empezar a actuar en lugar de seguir buscando, pero creo que es como esas dudas, que no puedes dormir sin antes haberlas resuelto.


Y una vez más recordé, un año atrás, con el frío que no era tan frío, sudaderas rojas, sol de las 10 de la mañana y viajes analíticos en metro. Me acuerdo y de inmediato me llega la nostalgia ¿por qué? no sé.
Y sigo caminando y puedo sentir claramente ese aire tan familiar, esa sensación de querer llegar a casa y  la vez no, también puedo ver el momento en que me obsesioné por los zombies, oh sí, hace un año.


Olores y conversaciones perdidas, caminatas largas y preguntas existenciales mientras pasaba por los parques, y ese olor, el olor a cadáver, el olor a formol (sí, qué romántico), lo recuerdo y puedo sentir en mi cara esa sonrisa amarga, recordando las épocas de hace un año, cuando iba de colada a las clases de anatomía mi hermana, caminando feliz, pero llega la amargura cuando anhelo, cuando anhelo volver a ser así, sin que me importara quien fuera yo, sin que yo tuviera idea de lo que fuera, pero aún así, no me importaba; es cuando me pregunto ¿qué pasó?


Y por feo que suene, ese olor a formol/muerte/cadáver ha estado viniendo a mi en estas últimas semanas y me puedo perder en él y en sus imágenes, en la incoherencia de las cosas, sonrisas colmilludas, platicas sobre pollitos, psicología, magia en el aire o aire en la magia, cadáveres... y así me quedo pensando y recordando por horas, y horas, y horas.


Un año atrás ¿qué cambió? incluso fue ahí la creación de uno de mis malos hábitos, pero yo seguía feliz.
Claro, han cambiado muchísimas cosas, pero la mayoría para bien, entonces ¿qué cambió para que ya no me sintiera tan bien?


Me prometo encontrar ese momento, porque a veces ya no sé ni quién soy.
Trataba de ubicar el momento.
What am i missing?




Prometo dejar de sonar tan emo y escribir algo decente

12 de noviembre de 2010

Sofía.

Ya que es época de zombies (y que no tengo ideas para publicar sobre algo decente), recordé un pseudorelato que escribí hace un año para el blog de Blaine.


Verán, Blaine escribió Las Crónicas del Día Z, eran relatos sobre una invasión zombie (¡Qué novedad!) y en algún momento de obsesión decidí escribir un capítulo extra para Blaine.


Éstas son las partes de su relato, están al final de cada entrada.
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6 ... ésta no la pongo porque es la que está abajo.
Parte 7


Espero haber puesto bien los links, en fin, el punto era que como no tengo nada mejor que publicar, voy a poner la parte que yo escribí para Blaine, sólo para entretener.


"Las crónicas del día "Z""
SOFÍA



Yo no conocí el mundo normal.

Bueno, lo que mis padres llamaban normal, pues para mí, esto siempre fue normal, vivir escondiéndome de los no muertos, estar encerrada en un cuarto las 24 horas, comer cada 3° día, esto es normal para mí, pues no conozco otro modo de vida.

Nací 3 años después de que comenzara la infección. Vivíamos en una pequeña pero resistente casa en el centro de Zacatecas.

Mi hermano mayor sí llegó a conocer el mundo “tranquilo”, como las cosas eran antes, pero era demasiado pequeño como para recordar.

No conozco la televisión, ni las computadoras, centros comerciales, fiestas, no conozco otros animales fuera de ratas, perros o gatos, no sé cómo es un león, aunque mi padre siempre me dijo que mi cabello era como el de ellos: ondulado y esponjado.

No tengo amigos, pues, jamás socialicé con nadie más que no fueran mis padres o mi hermano, sólo conozco mi instinto primordial de supervivencia.

Antes de todo esto, mi madre era abogada y mi padre médico, se amaban demasiado, mi hermano, Santiago, el siempre fue un gran protector y guardián de la familia, siempre siendo tan simpático, irónico, exterminando sin piedad a los no muertos.

Su mejor jugada fue hace unos 6 meses, estábamos hambrientos, lo más fácil de conseguir para comer eran hojas de los árboles o ratas. Teníamos árboles en nuestro jardín, todo por sobrevivir, el problema: el jardín estaba lleno de no muertos, podíamos escucharlos gemir, rascar las paredes y chocar sus putrefactos cuerpos entre sí. Por lo general yo casi no dormía pues me atemorizaba cada noche el hecho de estar rodeada de esas criaturas, y podrían entrar en cualquier momento, pero para Santiago eso no significaba nada, él no le tenía respeto a esas cosas, para el eran tan patéticas, insignificantes, por eso ese día decidió salir…sólo queríamos hojas de árboles.

Tomó un viejo machete y un enorme cuchillo de cocina, y echando un macabro vistazo hacia nosotros, con una tierna sonrisa dijo –“Ahora vuelvo”. Y salió.

Como cada vez que Santiago salía, yo no pude quedarme tranquila, escuchando matar a esos engendros, gritando, burlándose de ellos.

Santiago gritó.

Pero no fue un grito usual, lleno de su burla sarcástica, fue un grito de dolor, de desesperación, de auxilio. Sin pensarlo, abrí la puerta y me animé a salir para llegar hacia mi hermano, para ayudarlo. Los no muertos comenzaban a verme, estaban a unos pocos metros de mí, no me importaba, yo solo quería ir con mi hermano.

Pero sentí una mano que jaló mi brazo, yo no había logrado avanzar ni 3 metros, era mi madre que me miraba con terror y tristeza a la vez, ella repetía –“No Sofía, no vayas, no vayas, quédate, ya no podemos hacer nada”.

Mire hacia mi derecha, vi a los no muertos alrededor de Santiago, atacándolo, poco a poco se formaba un charco de sangre debajo de él. Estaba tan hipnotizada por la imagen que acababa de ver, que no noté algo peor.

Había llegado un no muerto por detrás de mi madre, su cara desfigurada, sus músculos descubiertos, sus piernas mostrando parte de sus huesos, y de inmediato mordió su cuello, la piel blanca de mi madre comenzó a pintarse de rojo, solo pude ver su mirada atemorizada, suplicando vida, y escuché su grito sofocado antes de que mi padre me metiera a la casa, no sin antes darle un balazo en la frente a mi madre.

Caí de rodillas y comencé a llorar, mi padre entró y se aseguro de haber cerrado con llave la puerta de metal. Mientras me abrazaba decía –“Calma ya, teníamos que evitar su sufrimiento, calma… y así pasaron las horas hasta que él se quedó dormido”.

Yo no pude dormir, por la tristeza, y por escucharlos afuera de nuevo, gimiendo y rascando, solo que ahora era diferente, entre ellos estaba Santiago.

-“¿Están felices bastardos? Se llevaron lo que más me importaba, ¿Están felices?” Susurré con furia mientras lloraba, lloré y lloré hasta que alrededor de las 7:00 am logre conciliar el sueño.

Pasaron 6 meses, solo estábamos mi padre y yo, nos volvíamos más cercanos cada vez, probablemente porque no había nadie más, platicábamos mucho y recordábamos juntos a mi madre y a mi hermano, intercambiando miradas desoladas para después cambiar drásticamente de tema pretendiendo que nada de eso nos afectaba. Como una niña pequeña, alguna vez le pregunté.

-“Sinceramente, ¿Algún día crees que todo esto acabe? ¿Crees que vamos a sobrevivir? Han pasado 20 años, algún día tendremos que enfrentar la realidad”.

Mi padre no supo responder, s
ólo comenzó a hablar de otra cosa.

Un buen día decidimos salir, ya casi no había zombies por aquí, quedaban unos pocos, se iban poco a poco pues mi padre y yo hacíamos el mínimo de ruido posible y nos manteníamos encerrados en el cuarto más lejano a la puerta, podíamos matar a los no muertos que quedaban con facilidad si éramos rápidos y agiles. Queríamos escapar, buscar sobrevivientes.

Cuando abrimos la puerta, inmediatamente los no muertos notaron nuestra presencia, mi padre tomó un cuchillo y yo un machete y tratamos de correr mientras nos perseguían, algunos torpemente arrastrándose y otros caminando con rapidez, mi padre y yo golpeábamos a quienes se nos acercaban, la adrenalina nos hacía atravesar sus sangrientas cabezas con más facilidad, de repente, y de la nada, mi padre se quedó atrás.

-“Ayúdame”. Susurró, un no muerto estaba encima de él, aún no lo mordía, corrí con todas mis fuerzas y pateé la cabeza de ese ser demoniaco quien sólo se entorpeció, pero le dio suficiente tiempo a mi padre para levantarse y correr.

-“Regresemos a casa”. Me dijo. Corrimos de regreso, pisando cadáveres y matando más zombies, estábamos a 5 metros de la puerta, y mordieron a mi padre.

Grité, grité desesperadamente, yo tenía demasiada rabia, rencor y tristeza hacia esos estúpidos seres que habían arruinado mi existencia, ¿No les bastaba con llevarse a mi hermano y a mi madre? Mientras gritaba, comencé a matar, o al menos dejar lisiados a algunos de esos seres, mientras mi padre entraba a la casa de nuevo.

Cuando yo también entraba me tropecé y me lastime el tobillo, me dolió demasiado, pero ya nada importaba, mi padre me esperaba tirado en el piso con mirada de desesperanza y derrota.

-“Sabes lo que tengo que hacer ahora”. Me dijo, yo trataba de no llorar, pero en cuanto corrí a abrazarlo, no pude más. -“Tienes que ser fuerte, tienes que luchar Sofía, por favor, lucha”.

Él tenía 2 pistolas, me dio una y me dejó cartuchos.

-“Te amo Sofía, no lo olvides jamás”. Me dijo mientras me abrazaba por última vez. Luego, salió de la casa, pasó medio minuto y escuché un único disparo. Supe que se había ido para siempre, y toda mi familia también, yo no sabía cómo continuar, cómo luchar.


Una semana después, decidí salir, simplemente salir, intentar escapar, llegar a un destino inesperado, encontrar a alguien, ver hasta dónde podía llegar sin morir, de todas formas, algún día tendría que morir.

Quedaban menos no muertos cada vez, yo miraba por la ventana, y fue ahí cuando sucedió, escuche el motor de un auto. Salí de casa cojeando aún por mi tobillo lastimado, quedaban unos 3 no muertos, solo les rompí la espalda, no podía hacer mucho.

Entonces vi ese camión, era un camión de ADO pero tenía pintadas con aerosol las siglas EFEM, se asomó un chico de unos 24 años, piel blanca y cabello café, y disparó en mi dirección.

Apenas pude esquivar esa bala, escuche que ese chico hablaba con alguien más, y el camión se detuvo…


8 de noviembre de 2010

Nudo en la garganta.

El que no me deja hablar ni respirar, el que me hace anhelar y confundir, el que no me deja dormir, el que me hace despertar con lágrimas.


El nudo que se rehúsa a convertirse en llanto, pero me sigue ahogando, me sigue atormentando, me quiere hacer gritar.


El nudo de los recuerdos y emociones, el nudo que me hace dudar, el nudo compartido, el nudo que no me deja mirar.


El nudo que me quita fuerzas, que muestra mi fragilidad, el que me incita a correr y gritar, el que no puedo ocultar.


El nudo que tanto odio, y me hace odiarme tanto a mí, el que me convierte en fantasma, el que me hace pretender, el que me llena de memorias, el que hace que todo sea borroso.


El nudo que me lleva a dormir, ignorar y esconder, el que me detiene y me controla.


El nudo en la garganta que quiero matar.


Sin embargo no puedo vivir sin él.

4 de noviembre de 2010

Algunos años más tarde...

Recuerdo cuando era una niña de unos 6 ó 7 años, me encantaban los hámsters, no me gustaba comer, quería ser veterinaria, me preguntaba por qué había nacido yo y no alguien más, a cada rato me dejaba de hablar con mis "amigas", era callada, bien portada y lloraba por todo. Más que nada eso me definía.


Recuerdo que el tiempo para mí era lentísimo, y veía tan lejano el día en que cumpliera 10, 15, 20 años, veía lejano el día en que entrara a la secundaria, a prepa, el día en que llegáramos al 2010, 2011, 2012, el día en que llegara el apocalipsis zombie...


Recuerdo que al parecer no tenía nada mejor que hacer y debrayaba, como siempre, debrayaba e imaginaba.
Recuerdo que imaginaba cómo sería mi vida cuando tuviera unos 16 años, me imaginaba como una chica guapa, inteligente, delgada, madura, fuerte, y por alguna extraña razón siempre me visualicé peinada con una cola de caballo y con una playera negra de manga larga; sin embargo nunca podía imaginar mi cara, sólo recuerdo que creía que usaría labiales oscuros.


Me veía como una chica hábil, fuerte emocionalmente, feliz y agradable, alguien que caminaría sin pena, que correría con la ligereza de una pluma, que se detendría en la calle a dar vueltas por ahí, para después caer rendida al pasto y divertirse con las nubes, decía que para ese entonces, ya habría viajado a Europa, me habría enamorado con el alma, sería algo parecido a una princesa, sería una experta tocando la guitarra, podría ser actriz, ya sabría que sería de mi vida futura, tendría millones de habilidades, y ya habría realizado más de la mitad de las cosas que siempre había querido hacer.


 Veía todo eso tan lejano, creía que a los 16 años ya estaría a la mitad del camino de mi vida, porque yo sentía que podía morir en cualquier momento y que tenía que apurarme a hacer muchas cosas antes de morir. Creía que la adolescencia sería una etapa muy grande, de locura, risas y amores, mañanas anaranjadas y tardes rojas, una etapa algo patética que aún tardaría mucho en llegar, porque para mi el tiempo era eterno.
En lo que uno piensa cuando tiene 6 ó 7 años...


Hoy cumplo 16 años.


No soy tan madura, fuerte ni inteligente como creí que sería, uso colas de caballo y playeras negras de manga larga, no soy experta en guitarra, no soy actriz, sigo siendo muy llorona y ya no quiero ser veterinaria, estoy enamorada, ya viajé a Europa, no soy una princesa, soy más bien un zombie muy, muy raro, sigo siendo tímida y callada, soy feliz pero amargosa, camino sin pena, no corro con la ligereza de una pluma, ni me detengo a dar vueltas por ahí para dejar que el pasto me derrumbe y las nubes me distraigan, tengo habilidades y no he hecho ni la mitad de las cosas que siempre he querido hacer.


Sería un buen tiempo para comenzar, pero me decepciona darme cuenta de que he esperado tanto, supongo que con esto de cumplir años se cierra un ciclo, un ciclo personal más importante que año nuevo y esas cosas; un ciclo donde, de alguna manera, siento que puedo comenzar desde cero. O tal vez no.
Tal vez puedo comenzar desde cero cualquier otro día, pero supongo que un cumpleaños es más simbólico aunque no a todo mundo le importe, pero hey, sigo en este mundo, al menos para mí, debe ser razón para celebrar, aunque a veces mis cumpleaños pasan ligeramente desapercibidos hasta para mi, sin la sensación de "Hey, cumplo un año más".


Pero el punto es que a pesar del tiempo, aún no sé realmente quién soy ni qué rayos hago aquí, no sé definirme a mí misma, ni a mi felicidad ni mi tristeza, no sé si siempre seré lo que soy o si cambiaré para bien o para mal, y probablemente ni siquiera sepa lo que quiero; esas son unas de las cosas que quisiera descifrar, pero en fin.


Feliz cumpleaños, Mystique :)
Sólo porque es mi cumpleaños, espero que Frank por fin aparezca en el closet, o mínimo en el baño.