28 de noviembre de 2010

Más asesinatos.

Asesinato #2
La cajera de un Oxxo.
Siendo un poco más fría, y matarla por matarla, porque no tengo nada mejor que hacer.
Es en la madrugada, y ella tiene el turno de noche, es una mujer pequeña, delgadísima, pálida e indefensa; la piel se le pega a los huesos, luce cansada. 
Como es de noche, únicamente tiene la ventanilla abierta y así atenderá a todos sus clientes madrugadores. Menos a mí.


Pongo cara de mujer inocente, le imploro que me deje entrar, que es necesario, que debo usar el baño, sí, el baño. 
La mujer duda un poco, pero después de convencerse de que no le haré nada, me deja entrar. Gran error.
Pretendo que uso el baño, salgo, comienzo a hablarle sobre el frío que hace, nos quedamos platicando, cuando menos se lo espera, azoto su cabeza contra la pared y queda inconsciente.


Mientras está inconsciente, le amarro las manos y los pies, le cubro la boca y nos encierro en una especie de bodeguilla. Espero a que despierte, tiene que estar conciente.


Después de 20 minutos ella despierta, desorientada y asustada; me mira, sé que me reconoce, trata de moverse, oh, sorpresa, no puede, está amarrada.
Me acerco, miro su cara y sus ojos llenos de terror, inundándose con lágrimas, intenta gritar pero tampoco puede, me imagino su frustración, no quisiera estar en su lugar.
 Tomo un cuchillo y acaricio su garganta con éste, ella trata de gritar, se desespera, pero no se puede mover, no puede pedir ayuda, sólo puede ver y sobre todo, sentir cómo lentamente la mato.


Comienzo rebanando un poco de piel de su brazo, y continúo, haciendo heridas más largas y profundas, heridas que suben hacia sus hombros mientras su piel blanca y brillante, su piel en la que se transparentan las venas, su piel delgada, se llena de sangre, de sangre roja, tan viva, tan intensa que logra opacar la luz de su piel, y poco a poco se tiñe.
Hago lo mismo con el otro brazo, consiguiendo ese efecto tan extasiante al ver su sangre brotar, al mirar sus ojos lagrimeantes llenos de terror y angustia.


Después comienzo a hacer cortes pequeños y superficiales en su abdomen, ella me sigue mirando con terror; me acerco y le doy mi mirada más malévola, mi expresión más enferma. Tomo de nuevo mi cuchillo y hago heridas más profundas en su abdomen, haciéndola dar gritos ahogados, retorciéndose, tratando de escapar, tratando de hacer lo imposible. 
Veo que en la bodega hay limones. ¿Por qué habrían limones? No lo sé, pero serán útiles. Parto uno de ellos a la mitad y lo exprimo sobre sus heridas, lo unto en su piel roja, hago presión para que sienta más el dolor.
Ella se ahoga en sus gritos, llora, solloza, su mirada cada vez más llena de terror, su mirada de perro triste, comienza a hartarme, comienza a hacerme querer matarla más rápido, pero no, no sufriría suficiente.


Quiero que quite esa mirada de su cara. Parto otro limón y cada mitad la exprimo en sus ojos; bien, parece que le ha dolido, se retuerce más, grita más,  y sus ojos ya no se abren, ahora sólo los aprieta con fuerza.
Pongo el cuchillo en su garganta de nuevo, lo paso por encima lentamente y sin fuerza, para después volver a hacerlo, lentamente de nuevo, pero con mucha, mucha fuerza, suficiente como para que ahora pueda ver sus músculos y pueda ver la intensidad con la que sale su sangre.


Finalmente decido que es hora de usar el cuchillo verticalmente, y la apuñalo, lo hago con fuerza y con rabia, una rabia innecesaria pero que sin embargo se encontraba en mí, convirtiéndose en furia, tomo una botella de cerveza, la rompo y sigo apuñalando más rápido y con más fuerza, ahora utilizando esos pedazos de botella, hasta que su sangre salpica en mi cara. 
Me tranquilizo lentamente y corro por el bote de gasolina, lo vierto sobre su hermoso y rojo cadáver, sobre el inundado piso. Quién diría que tanta sangre saldría de una persona tan diminuta. Sigo vertiendo la gasolina por todo el local, y finalmente, lanzo un cerillo mientras me alejo.


Se creará un gran incendio, uno que despertará a los vecinos, pero sé que nadie encontrará mi culpabilidad, la policía no investigará el incidente, la policía estará demasiado ocupada comprando donas.



10 comentarios:

Mar dijo...

Y este es el resultado de ver tanto La Naranja Mecanica ¿cierto?

Demasiado gore para mi gusto pero bien descrito, eso sí.

Anónimo dijo...

ese guion merece una peli pitera mexicana...y unas donas.
Felicidades

MoninMo dijo...

Estaría bien de no ser tan predecible.
Aunque reconozco que es difícil no ser predecible en escenas de asesinatos o torturas.
Saludos.

Brujo Malo de Ningún-Lugar dijo...

Hubiera quedado bien tomando sus rebanadas de carne, poniendolas a cocer sobre el freidor de salchichas, ir a la bodega por dos rebanadas de pan y hacerte un rico sandwich de mujercita.
Claro, acompañado de un jugo de manzana y sangre con la leyenda "festin" enfrente...

Brujo Malo de Ningún-Lugar dijo...

En resumidas cuentas: :v)!!!

Alex Kim dijo...

Perdon por haber abandonado el blog querida mys
pero
bueno
ud sabe
presiones y corazones rotos
en fin
tu y tus asesinatos
jajaja
os pareceria armar nuestra compania de asesinos a sueldo?
supongo que nos iria bien
despues de todo quien le metio la idea en cierto camion sobre como torturar cerdos?

Snatcher dijo...

lodo: fandanelli

Blaine dijo...

woa... por el amor de Dios!!! Mystique me ausento un par de (tosiendo con el puño en la boca) meses y mira, te conviertes en Alfred Hitchcock, jejeje.
Saludos pequeña, solo paso a saludarte, informarte que creo estar de regreso y felicitarte por tus entradas recientes (las anteriores estan en proceso de lectura justo ahora).
Suerte y sigue posteando pequeña.

Blaine dijo...

Ah, y hago spamm para decirte que, me encanta tu nuevo perfil XD

Lady Diabla dijo...

Un poco mas de adrenalina y unos cuchillos y pudo haber salido en la pelicula machete.