2 de septiembre de 2010

Lluvia furiosa.

Después de sonidos graves y penetrantes al alma, melodías con las que podría quedarme hipnotizada toda la noche hasta que amaneciera de nuevo, ése olor a canela, la vista de flores brillantes con perfume de melancolía, el recuerdo de una piel pálida y lagunas borrosas, noches de invierno, tardes de verano y el frío en los huesos, el tiempo, las miradas secas, y las nubes, las nubes grises, las nubes que cubrían el sol, las nubes que creaban un halo excepcional, después de todo eso, comenzó a llover, las gotas susurraban en mi ventana, entró su esencia, las gotas ya no susurraban, comenzaban a gritar, y la lluvia se hacía cada vez más poderosa, como si estuviera enojada, como si quisiera descargarse, como si su rabia fuera tan grande que tuviera que gritarlo al mundo, purificando las calles, empapando personalidades.


O tal vez la lluvia podría estar tan triste que decidió dejarlo todo caer, con tanta fuerza, o tal vez con tanto desinterés que decidió dejarlo todo ir de una sola vez.


No lo sé, pero era una lluvia que te hacía ver la vida de una manera hermosa, una manera diferente, con un aire de libertad tan único, aunque mis manos temblaran sin razón, mis pies se estuvieran congelando, y esa vista tan extraña ahora, que parece como un viejo sueño desteñido, pero es raro ver todo lo que fue, seguía ese olor, con las notas lejanas del piano retumbando entre nosotros.
Melancolía colorida.



1 comentario:

Alex Kim dijo...

profundo....
muy profundo

pero que tal si la lluvia solo queria que la oyeran y la comprendieran?
Que tal si en lugar de estar enojada o triste estaba sola
y bajo para ver si se encontraba a alguien que la escuchara o que le hiciera compania?
Es que tu sabes....
el cielo y las nubes son muy solitarios.